El teatro comercial incluye obras formalmente más convencionales que responden a los gustos del público de la época:
- Las comedias de ambientación burguesa (Rosas de otoño) y los melodramas rurales (La malquerida) de Jacinto Benavente.
- El teatro cómico de Carlos Arniche (Los caciques) y de los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero (Las de Caín)
En la primera se critica amablente la hipocresía de la sociedad burguesa, regida por conveniencia y el dinero; en la segunda, la ociosidad e inmoralidad de la joven burguesía de provincias, en síntoma con el regeneracionismo de los autores del 98.
Por su parte, en el denominado teatro de renovación se sitúan obras más complejas e innovadoras, como las de Unamuno o Azorín y , sobre todo, el teatro de Ramón del Valle-Inclán y de Feferico García Lorca.
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